Fotografía: Ben Schumin, vía Pharma Adhoc.

Redacción Synaptica. Cada uno se busca la vida como puede. Ese axioma es ley en EEUU y allí donde no llega el paraguas de protección social del Gobierno (que en este caso es como una manta precaria) toma el timón el mercado. Varias cadenas estadounidenses de alimentación y otros servicios están regalando antibióticos a sus clientes para ayudarles en los "tiempos duros" de la crisis. Se supone que un cliente sano es un cliente que compra más (no medicinas, claro). Y si, como es el caso, puede llevarse a casa por la patilla unos botes o blísters de amoxicilina, ampicilina, ciprofloxacino o tetraciclina, pues está claro que también va a ser un cliente satisfecho. Lo cuenta con todo lujo de detalles Pharma Adhoc (ya saben, the branch at a glance). ¿Y las consecuencias de poner en la calle tanto antibiótico sin control, ni siquiera autocontrol, por parte de un comprador dispuesto a todo por algo gratis? De eso, también, se supone, se encargará el mercado. Seguro que la mano invisible de Adam Smith, además de reflotar a los bancos, también sabe cómo recuperar a un paciente con una infección multirresistente.