El mundo salubrista (e, incluso, el de la participación ciudadana en salud) se devana los sesos y gasta ingentes cantidades de dinero desde hace décadas en campañas de prevención, sensibilización y promoción relacionadas con la salud. En muchas ocasiones, con la conciencia doliente de que eso no sirve para mucho. Se sabe dónde está el fallo: la verticalidad de los mensajes. Se le intenta poner remedio: la formación de formadores identificados en el seno del colectivo diana de la intervención. Pero la institución emisora del mensaje sigue siendo la propietaria de sus contenidos: la gente desconecta rápido. El embarazo adolescente es uno de esos asuntos.

Nada como prestar atención a la vida para la emergencia de nuevas y buenas ideas: un programa para adolescentes de la MTV en USA, 16 And Pregnant, parece que influye en las demandas de información sobre anticonceptivos y aborto: suben las consultas en Google y se diseminan mensajes en Twitter. Lo acaban de estudiar en la Brookings Institution.

¿La clave es la tecnología? No. La clave son las personas. La deliberación entre iguales en el contexto de exposición máxima de un talk show de televisión que se viraliza, se reutiliza y se remezcla en Internet. Melissa S. Kearney lo explica bastante bien: