Fotografía: galería Flickr de Tawheed Manzoor, algunos derechos reservados.

Alfonso Pedrosa. Publicar resultados en abierto es bueno para fomentar la innovación en el tejido empresarial. Así lo entiende al menos la Comisión Europea, que ha anunciado su intención de apoyar con hechos el libre acceso a la información científica financiada con fondos públicos y anima a los estados miembros de la UE a hacer lo propio con sus fondos nacionales (magros, ya lo sabemos, pero existentes al fin y al cabo).

Mis amigos los científicos hackers seguro que se alegran de ello.

La defensa a ultranza de la propiedad intelectual como piedra angular de la innovación empieza a cuartearse como argumento de legitimidad: innovar no es incompatible con compartir. Si una empresa privada trinca subvenciones públicas, la gente tiene derecho a acceder en abierto a los resultados de la investigación y no sólo a su producto a través del mercado. Eso implica, entre otras profundas consecuencias, que los decálogos de las empresas e instituciones para comunicarse con el exterior basados en el control de la información ya no sirven: o esas organizaciones se abren a la innovación social o, más pronto que tarde, las pedradas sustituirán a las palabras como elementos de interlocución.