Miguel Lasida. El semanario británico The Economist ha publicado en su última edición la reseña del libro The Big Fat Surprise: Why Butter, Meat and Cheese Belong in a Healthy Diet, cuya autora, Nina Teicholz, pone en cuestión los estudios que han atribuido a las grasas saturadas la responsabilidad de la alta prevalencia de enfermedad cardiovascular en el mundo. En su lugar, viene a defender Teicholz, son los glúcidos y su relación con la concentración de insulina las que causan los desajustes fisiológicos culpables de patología del mayor grado.

Cuestionar el conocimiento heredado, la verdad establecida, ha sido para la ciencia labor tan esencial como procedimental. (Tal es la encomienda, a propósito, que la sociedad traslada a los medios de información.) Con todo, y siguiendo una improbable estela humanista, cabría considerar que el cuestionamiento del dogma debería suceder en la ocupación diaria del grupo y del individuo, de cada una de esas personas que hoy, y cada vez más, tienden a asociarse en redes y comunidades desde las que contrastar la duda. Y desde las que expandirla.

Al cambio de paradigma tecnológico le ha seguido el cambio social, en un entorno de profunda crisis informativa. No era de extrañar, en este contexto, que la publicidad y la propaganda estén tratando de campar a sus anchas, aprovechando la confusión predominante. Es el caso de las noticias relacionadas con la dieta y los hábitos alimenticios en los últimos años, un particular que está adquiriendo dimensiones de una colosal ola nipona. Hay quienes sostienen que la cuestión de las dietas -chefs incluidos- no es más que una burbuja que acabará como las anteriores. Otros optan por dirigir su porción de fe, o de duda, a un catálogo de renuncias gastronómicas en pro de la salud y, cómo no, de un indisimulado culto al cuerpo.

¿Comer grasas saturadas no es perjudicial entonces? ¿Y en base a qué, se preguntarán algunos, determina la American Heart Association (AHA), en relación a sus advertencias sobre el consumo de grasas, qué es beneficioso para la salud y qué no lo es? Más cerca, en España, ¿es la dieta mediterránea un hábito alimenticio tan saludable como siguen concluyendo tantas investigaciones? La ciencia dice y se desdice, ese es su cometido. Como el de los medios. Y como la del individuo, a quien, si hace un uso atinado de la red, no le costará llegar a miles de lectores, gracias a un comentario efectuado en la reseña sobre una controversia científica publicado en The Economist.

A continuación, la traducción del texto de joski65, un lector anónimo que compartió de este modo su visión sobre el ruido informativo que rodea al sector de los alimentos, las dietas y, en general, los hábitos de vida, un comentario a la noticia que quizá haya tenido más repercusión incluso que la propia noticia. En esto consiste en lado salvaje de nuestra nueva sociedad de la información. 

joski65 – Jun 3rd, 12:25
Corre. No corras. Camina, es mejor. Pero no salgas a caminar por la mañana: el aire está demasiado contaminado. Caminar por la tarde no es bueno para la digestión y deben transcurrir al menos tres horas entre la caminata y el sueño. Haz deporte. Pero no deportes de impacto, pues podrían dañarte las rodillas y las articulaciones de por vida. Haz natación. Pero recuerda que el agua de la mayoría de las piscinas no está limpia y puede provocar daño en la piel.

En cualquier caso, el ejercicio no es lo que verdaderamente importa. Lo que de verdad importa es la dieta. Desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un pobre. Patrañas. Come cinco veces al día en pequeñas porciones. Céntrate en las proteínas. Come carne blanca, evita la roja. Come solo pescado. Como solo pollo. Come solo huevos. Come solo frutas y verduras. Pero verduras de hojas. No comas verduras de hojas porque pueden tener larvas de gusanos. Evita otras verduras: contienen restos químicos de la fumigación. Cómete los feos vegetales de la selva de Brasil, curan el cáncer. No, evítalas: producen impotencia. Come frutas pero no la piel. No. Cómete solo la piel, que es rica en proteínas. Pero no comas frutas que tengan semillas rojas, que son venenosas. Y las frutas verdes deben eludirse si tienen flores púrpuras.

Bebe leche. No leche de búfalo, sino leche de vaca. Pero hiérvela. Si no la hierves, bebe leche de cabra y no de camello. No. No bebas leche. El cuerpo no puede digerirla pasados los tres años de edad. ¿Y la leche materna? Solo hasta los tres años.

¿Bebidas? Agua. Pero no del grifo. Agua mineral, que es agua del grifo pero más sucia. Bebe solamente agua de los Alpes. Beber es bueno. Una pequeña cantidad de alcohol es beneficiosa para la salud. Pero bebe solo vino. Vino tinto, solo con carne. Bebe únicamente café y té. Bueno, no, que son dañinas a largo plazo. Bebe té verde. El té verde acarrea problemas en la próstata.

No fumes. Es cancerígeno. Los puros tienen menos alquitrán. Los beedis son mejores, pero provocan úlcera. Mejor, tabaco de picadura. El cannabis es malo. No, es medicina. Los yoguis lo fuman, pero los yoguis no llegan a ninguna parte. Respirar el aire en cualquier ciudad equivale a fumarse 20 cigarrillos.

Bienvenidos a la era de la información. Ahora disponemos de mejor información sobre salud y así podemos tener una opinión formada acerca de cómo lograr una vida saludable, feliz y emocionalmente estable
.