Explica Gemma Mortensen en la Revista de Innovación Social de Stanford que para construir coaliciones inteligentes en un mundo tan complejo como el nuestro hay que prestar atención a diez asuntos si de verdad se quiere intervenir en la realidad con resultados.

Una coalición no es una fusión, ni una integración, ni una fraternidad. En una coalición, el territorio compartido es el imprescindible para sacar adelante un proyecto y cada miembro de la misma conserva su propia identidad. Todo ello en pro de un objetivo común y concreto.

Realmente eso de la coalición inteligente es una propuesta desconocida para buena parte del tejido asociativo de nuestro entorno, donde el miedo al fracaso y a la desaparición que llevamos en la masa de la sangre se esconde tras la honorable y miope preferencia por ser cabeza de ratón antes que cola de león.

Ante esos desafíos que desbordan a toda organización pequeña, ¿por qué la única salida ha de ser federarse en una entidad superior hasta diluirse? ¿Por qué no probar la fórmula de la coalición?

Veamos la receta de Gemma:
1. Humildad en el liderazgo.
2. Tener un marco teórico que explique las acciones.
3. Contar con alguien fiable que haga de director de orquesta.
4. Priorizar el grado de compromiso sobre la amplitud del consenso.
5. Identificar un núcleo duro de participantes en el proceso.
6. Recabar información de múltiples fuentes, estudiarla y adaptar las acciones a ese conocimiento adquirido.
7. Encontrar roles adecuados para cada cual, no se trata solo de jugar juntos, también hay que jugar bien.
8. Reducir al máximo posible los costes (en dinero, roces, transacciones morales) de la colaboración, mejor la eficiencia que el perfeccionismo.
9. Seleccionar a las personas cuidadosamente, mejor ser un club que una horda.
10. Cuidar a la gente, especialmente a las personas que están en primera línea, ayudarlas a descansar en retaguardia para recargar pilas.

Ahora piensa en tu asociación de pacientes, en tu sociedad científica, en tu plataforma cívica, en tu club de futbito o en tu entorno laboral más inmediato. ¿Funciona la cosa así? ¿Es una utopía desactivada desde la lucidez del fracaso? Pero, sobre todo, ¿se te ha ocurrido pedir ayuda para intentarlo? Especialmente a extramuros de tu organización: porque es posible que al otro lado de la tapia, esté la vida.


 

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