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Política sanitaria

La libra de carne

La vida, que a veces es la puta vida, impone una medida universal e inimpugnable del compromiso de cada cual con un determinado proyecto: la libra de carne que Shylock quería cobrarse, loncheando el pecho de Antonio, como pago de una deuda pendiente. Ampliar «La libra de carne»

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Cuando amábamos la Red, Twitter servía para encontrar semejantes y los blogs para aprender cosas que importaban. Hoy me he encontrado con un post en Nada es lo que parece que ha reverdecido mi ingenuidad militante, como en los viejos tiempos de Internet. Vamos allá. Sostiene Machuca, en el mismo sentido en que sostiene Pereira, que cada vez le gusta menos escribir sobre nuestro sistema sanitario. A mí me pasa lo mismo. Ampliar «Volver»

Una gestión ejemplar

En algunos de los debates hoy abiertos sobre la necesidad de identificar fuentes de sentido para la vida de las organizaciones (instituciones, empresas, comunidades), se plantea la necesidad de dar por superada la idea de gestión responsable como principio vertebrador y sustituirla por la de gestión ejemplar. Es un plus de exigencia ética que tensiona a las organizaciones para hacerlas más creíbles, una boqueada desesperada buscando oxígeno en un medio ambiente del que ha huido la legitimidad de origen, la presunción de honorabilidad. Ampliar «Una gestión ejemplar»

Alguien al mando en Sanidad

En democracia es mejor apostar por un sistema inteligente que por un liderazgo individual. Lo dice Innerarity aludiendo al diseño de sistemas de Luhman y parece haber verdad en ello. Pero la situación actual del Ministerio de Sanidad de España, aun siendo reflejo del contexto sincopado en el que se desenvuelven las instituciones, indica que, además de un sistema inteligente, hacen falta personas que atiendan a su funcionamiento. Ampliar «Alguien al mando en Sanidad»

El patriotismo de la España vacía

Sostiene Sergio del Molino en La España vacía (2016) que hay un hecho esencial en la configuración contemporánea del país sobre el que se suele pasar de puntillas: el Gran Trauma del vaciamiento demográfico del medio rural, sincopado en apenas dos décadas, entre los 60 y los 80 de siglo XX. Ese proceso migratorio de personas, valores y relatos ha terminado configurando al final, en realidad, el único patriotismo posible hoy en España: el del saberse hechos de trozos de un país cuyas marcas de identidad se salen a buscar los fines de semana en un paseo por el campo, a la caza de confirmaciones reales o imaginarias de las historias familiares o de visiones más o menos canónicas en las que el paisaje experimenta una prosopopeya que acaba convirtiendo a Azorín, como dice el autor de este libro de lectura y relectura muy aconsejables, en una especie de beatnik pasado de peyote. Ampliar «El patriotismo de la España vacía»

Refrescos, salud y arquitectura fiscal

La corriente salubrista de impulso a los impuestos sobre las bebidas azucaradas no logra hacerse valer. En España, solo Cataluña dio el paso en 2017 de aplicar una tasa. Las demás comunidades autónomas y Gobierno central no han podido hacerlo, a pesar de las perspectivas recaudatorias de la medida: han pesado más las consideraciones relacionadas con el riesgo de destrucción de empleos en este subsector de la industria alimentaria que el asunto de los riesgos para la salud. Ocurrió así en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado de 2017 y en la de otros proyectos regionales, como la Ley para la Promoción de una Vida Saludable y una Alimentación Equilibrada de Andalucía. En el primer caso, Ciudadanos frenó el intento del PP; en el segundo caso, también, sólo que el proponente era (es) un gobierno del PSOE. Ampliar «Refrescos, salud y arquitectura fiscal»

Aceptar la derrota es merecerla

Dice Elvira Roca Barea en su enorme Imperiofobia que aceptar la derrota es merecerla. Esta historiadora malagueña se refiere en esa idea al empeño español en adoptar acríticamente relatos explicativos de la propia Historia fabricados fuera del país (y casi siempre a costa del mismo), dándolos por buenos sin más motivo que el pedigrí de lo extranjero-superior y una suerte de sentido de la culpa construido como espita de la ansiedad que provoca la realidad inexplicada, la ausencia de sentido, en este caso debida al hurto de las herramientas intelectuales necesarias para el diseño de una brújula cultural coherente. He disfrutado mucho leyendo a Elvira, a quien oí decir el otro día en una conferencia que uno de los motivos por los que los españoles son gente presentable es su sistema público de salud, el mejor de la Europa Occidental. Pienso que la sanidad pública española está en la misma tesitura que los españoles a la hora de afrontar la Historia de su propio país y sus consecuencias: aceptar la derrota es merecerla. Ampliar «Aceptar la derrota es merecerla»

Sanidad pública y redes sociales: buscando en Twitter a @saludand

Asumir que en España la sanidad pública es una conquista social, desde la posición ectópica de quien no se gana el pan trabajando en el sistema, implica hoy en día una cierta autocondena a la mudez que es consecuencia directa de la perplejidad. Esa perplejidad tiene que ver con el proceso de cambio cultural que define el tiempo que nos ha tocado vivir, del que participa, sin duda, la misma sanidad pública, a la que le ocurren cosas que es incapaz de metabolizar: el bucle que conforman las necesidades de mantenimiento del sistema y la fatiga del andamiaje fiscal que lo hace posible; la rotura (que no ruptura) del pacto social en torno al bien común y su expresión institucional; la instauración en la gestión de las dinámicas public choice de Buchanan; la ausencia clamorosa de la ciudadanía como sujeto político en los escenarios de decisión… Son temas que proliferan, aunque casi nadie sepa que está hablando de ellos, en las mal llamadas redes sociales. Un paseo por Twitter me ha llevado a asomarme a esa realidad fijándome en la actividad que concita a su alrededor una institución de referencia por su notable implantación en el territorio, la Consejería de Salud de Andalucía, a través de su cuenta en esta plataforma social, @saludand. Ampliar «Sanidad pública y redes sociales: buscando en Twitter a @saludand»

Lazos débiles, pacientes y movilización social

¿Qué hace falta para que los pacientes, como colectivo, se echen a la calle ante alguna situación que les resulte lesiva? ¿Son capaces los pacientes de protagonizar por sí mismos una verdadera movilización social? Ampliar «Lazos débiles, pacientes y movilización social»

Yo no debería estar aquí

Qué puede hacerse realmente desde la cultura institucional sanitaria para que una persona esté bien, que se sienta bien. La respuesta aprendida de manera general es la mejora en la respuesta asistencial, hostelera, más agilidad en la gestión de los tiempos, etcétera. Sin embargo, a veces se olvida, o se prefiere olvidar, que lo suyo es preguntar a las personas. Con voluntad de escucharlas y de tomarse en serio lo que digan, claro. Ampliar «Yo no debería estar aquí»

Participación, sociedad civil y poder

La conciencia de ciudadanía puede tardar siglos en cuajar en un país. Porque se necesitan generaciones para asentar esa cierta confianza individual en sí mismo como una segunda naturaleza que transforma al súbdito en ciudadano. La sociedad civil es la expresión más aquilatada de esa confianza devenida en conciencia y, en los países donde funciona, su nacimiento siempre fue anterior al Estado. Hasta que esto no se entienda en España, todos los esfuerzos institucionales, todas las leyes y todo el dinero invertidos en fomentar la emergencia de una verdadera sociedad civil se irán por el desagüe. Ampliar «Participación, sociedad civil y poder»

Coaliciones inteligentes

Explica Gemma Mortensen en la Revista de Innovación Social de Stanford que para construir coaliciones inteligentes en un mundo tan complejo como el nuestro hay que prestar atención a diez asuntos si de verdad se quiere intervenir en la realidad con resultados.

Una coalición no es una fusión, ni una integración, ni una fraternidad. En una coalición, el territorio compartido es el imprescindible para sacar adelante un proyecto y cada miembro de la misma conserva su propia identidad. Todo ello en pro de un objetivo común y concreto.

Realmente eso de la coalición inteligente es una propuesta desconocida para buena parte del tejido asociativo de nuestro entorno, donde el miedo al fracaso y a la desaparición que llevamos en la masa de la sangre se esconde tras la honorable y miope preferencia por ser cabeza de ratón antes que cola de león. Ampliar «Coaliciones inteligentes»

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